Miguel Pajares
Artículo publicado el 17 de junio de 2021 en Cataluña Plural.
En estos días están dándose razones, a favor o en contra, sobre la ampliación del aeropuerto de El Prat, y quiero aportar una que creo que ha aparecido poco. Cuando empecé a estudiar a fondo el cambio climático para mi investigación sobre las migraciones climáticas, no tardé en preguntarme cómo era posible que se hubiese construido la segunda terminal, la que ahora es T1. Supuse que, en los años en los que se construyó, aún no se tenía muy en cuenta el cambio climático. Pero lo que ahora me produce estupor es que en el 2021 siga sin tenerse en cuenta.
Después del delta del Ebro y de los humedales del Empordà, la primera zona que se inundará en Cataluña por la subida del nivel del mar será precisamente la que aloja al aeropuerto de El Prat. ¿Cuándo ocurrirá eso? Lo último que nos dijo el IPCC de Naciones Unidas fue que el mar podría subir un metro en este siglo si seguíamos por cierto tiempo en la senda actual de emisiones de gases de efecto invernadero, una senda que por ahora no hemos abandonado. Pero el IPCC es muy conservador en sus conclusiones, ya que requieren el consenso de los científicos nombrados por los gobiernos, y en los últimos años se han aportado previsiones bastante más alarmantes. Ya en el 2017, un informe conjunto de tres organismos del gobierno estadounidense, la NOAA, la NASA y la NSF, afirmaba que en esa senda de altas emisiones el mar podría subir 2,4 metros en este siglo. Otro estudio del 2019, publicado por la Academia Nacional de Ciencias de los EEUU, también advirtió de una posible subida por encima de los 2 metros. Y en este mismo año, la prestigiosa revista The Cryosphere ha publicado uno sobre la aceleración de la pérdida del hielo, que ha confirmado los peores presagios. Así, teniendo en cuenta la escala temporal que nos daba la NOAA, dentro de cuatro décadas el mar podría estar entre 55 cm (escenario intermedio) y 80 cm (escenario extremo) por encima del nivel del año 2000.
El aeropuerto de El Prat quedará completamente inundado con una subida de 2,1 metres, según la web de Climate Central, pero los daños de la elevación del nivel del mar llegarán mucho antes de que se alcance ese nivel, ya que basta una subida mucho menor para que los impactos de las tormentas se vuelvan devastadores. No hace falta que el asfalto esté ya permanentemente bajo el nivel del mar para que las sucesivas marejadas ciclónicas hagan inutilizable una determinada infraestructura. De modo que es muy posible que hacia el 2060 el aeropuerto de El Prat ya no sea viable, o que para serlo requiera una construcción de diques que pudiera ser más costosa que el propio aeropuerto.
¿Quienes promueven la ampliación no saben que en cuatro décadas el aeropuerto pudiera no ser ya viable? Dudo mucho de que no lo sepan, y, si lo saben y no lo tienen en cuenta, más que de un proyecto de futuro se trata de hacer un negocio inmediato aprovechando subvenciones y demás, cosa a la que siempre hemos llamado pelotazo.
Y en este artículo no he entrado en otras consideraciones relacionadas con el cambio climático que ya han sido explicadas en otros textos. Una muy importante es la imperiosa necesidad que tenemos de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, entre ellas las de la aviación, si queremos llegar a tiempo para evitar un calentamiento global desastroso para el conjunto de la humanidad. No basta con desarrollar las energías renovables, el hidrógeno y los coches eléctricos; solo con eso seguimos estando muy lejos, pero muy lejos, de la solución; hemos de empezar a reducir de inmediato las emisiones y ello implica, entre otras muchas cosas, tener menos aviones en el aire.
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