Miguel Pajares. 18/08/2015. Desde una actitud firme de defensa de los derechos humanos, hay dos posturas que hemos de saber combinar: la lucha contra el antisemitismo y la defensa de los derechos del pueblo palestino. Cualquier acto de discriminación, insulto, menosprecio o agresión contra los judíos debe ser combatido con contundencia y, al mismo tiempo, hay que denunciar a los sucesivos gobiernos del Estado de Israel por sus políticas y acciones criminales contra el pueblo palestino, así como sus prácticas constantes de terrorismo de Estado.
La combinación de ambas posiciones no está exenta de dificultades e incomprensiones. El gobierno de Israel tilda de antisemitismo cualquier crítica que se le hace a sus actos criminales y, sin embargo, nada tiene de antisemitismo denunciar el robo de tierras y recursos, o la destrucción de sus casas, o el bloqueo devastador que sufren los palestinos. Por el lado opuesto, se producen ataques contra los judíos en cualquier parte del mundo, que se escudan en la lucha contra las políticas de Israel, cuando, en realidad son claras manifestaciones de antisemitismo. La lucha contra el antisemitismo tiene especial importancia para todos los que militamos en el antirracismo, ya que los judíos han sufrido históricamente el racismo aniquilador más extremo.
Por eso creo que la cancelación en Benicàssim (Castellón) del concierto del cantante judío estadounidense Matisyahu, producida a mediados de agosto, fue, en última instancia, un acto antisemita. Los organizadores del festival le exigieron que, antes de cantar, hiciera una declaración política contra Israel y, tras la negativa de Matisyahu, cancelaron su actuación.
Sé que los organizadores del festival no tenían intenciones antisemitas, ya que no lo vetaron por el hecho de ser judío, sino por ser una persona que ha apoyado en distintos momentos las acciones del Estado de Israel contra los palestinos, pero lo que el gran público advierte es que se ha vetado a un judío. Ese es el poso que queda en la opinión pública, y ello se traduce en que la condición de judío puede ser vista como categoría patológica para la que se requiere algún tipo de tratamiento profiláctico.
Por descontado que desearía que el cantante, como cualquier otro judío, denunciara las posturas criminales de los sucesivos gobiernos del Estado de Israel (muchos judíos lo hacen), pero al exigírselo a Matisyahu, como condición previa a su actuación, y no exigírselo a ningún otro cantante, se señaló a los judíos como merecedores de medidas especiales, y esto, al final, es leña para el fuego del antisemitismo.
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