Publicado el 19-08-2019 en Catalunyaplural (eldiario.es).
Tortura en el Mediterráneo.
Mientras escribo estas líneas, parte de las 147 personas rescatadas del mar por el Open Arms y de las 356 rescatadas por el Ocean Viking llevan quince días hacinadas, sometidas a los vaivenes del oleaje y muchas enfermando (otra parte lleva menos días, pero el mismo suplicio), mientras los gobiernos europeos y las instituciones de la UE se desentienden o hacen leves movimientos con criminal lentitud. Un juzgado italiano ha suspendido el decreto de Salvini que prohibía a los barcos de las ONG acercarse a las aguas jurisdiccionales italianas y, con ello, el Open Arms ha podido acercarse a Lampedusa para ponerse al abrigo del temporal. Después pudo desembarcar a algunos enfermos y niños y algunos gobiernos comenzaron a decir que aceptarán una parte de las personas rescatadas (ojalá todas hayan podido desembarcar cuando lea este artículo).
¿De qué huían esas 503 personas rescatadas? Una parte de ellas, de conflictos bélicos, de los que se dan en los países del Sahel, el Cuerno de África y Oriente Próximo. Es decir, han huido cuando la muerte las acechaba de manera inminente. Huyen de unos conflictos fuertemente alimentados por las armas que fabricamos en Europa y por nuestra demanda del petróleo y los minerales que tienen esos países.
Otras huyen de un empobrecimiento del que, en gran medida, es responsable la élite económica occidental. Sí, la de los mismos países europeos que ahora rechazan a esas personas huidas. Responsable, porque esta élite está acaparando tierras y fuentes de agua por toda África, hasta el punto de que varios de los países de los que proceden las personas rescatadas son grandes exportadores de productos agrícolas, mientas su población vive en extrema pobreza.
Mali exporta algodón, azúcar y masa para agrocombustible, cultivado todo ello en grandes plantaciones, Níger también exporta masa para agrocombustibles, Somalia exporta ganado, Costa de Marfil exporta cacao, etc. Hay mucha producción agrícola en estos países que está en manos de las multinacionales (que acaparan las mejores tierras y fuentes de agua) y de la que su población local no se beneficia en absoluto; como también ocurre con la extracción de minerales, petróleo, maderas nobles, diamantes, etc. El expolio de los países de los que proceden muchas de las personas rescatadas en el Mediterráneo tiene mucho que ver con nuestro nivel de vida occidental; sin tal expolio, no tendríamos el nivel que tenemos. Decir que “vienen a beneficiarse de lo nuestro”, como a veces se dice, es un cruel contrasentido.
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