Miguel Pajares
Publicado en El Periódico el 27 de septiembre de 2019
Un marco de protección para los refugiados climáticos.
En estos días de acciones globales contra la crisis climática están proliferando las informaciones y los artículos, y para mucha gente está quedando claro que las tres décadas que llevamos de acuerdos climáticos internacionales no han servido para poner freno al calentamiento global. Y es que los gobiernos llevan esas mismas tres décadas vulnerando reiteradamente sus compromisos de reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero. Ya hace siete años que la Agencia Internacional de la Energía dijo que para no disparar el calentamiento global deberían quedarse para siempre en el subsuelo dos terceras partes de las reservas conocidas de combustibles fósiles; sin embargo, las grandes empresas fosilistas siguen haciendo inversiones en la búsqueda de nuevos yacimientos (y los siguen encontrando), sin que se vislumbre ninguna perspectiva de que alguien vaya a obligarlas a poner freno a su acción extractiva.
Las emisiones de gases de efecto invernadero siguen creciendo y, con ellas, la temperatura media global. Ya llevamos un grado centígrado de calentamiento, y los científicos han dicho que superar 1,5ºC es muy peligroso. En el Acuerdo de París del 2015 los gobiernos se comprometieron a hacer lo posible por no superar ese límite, pero los organismos de Naciones Unidas advierten de que las medidas anunciadas por los gobiernos hasta el momento no concuerdan con ese compromiso. Más bien nos llevan a un calentamiento de más de 3ºC.
El cambio climático ya está aquí. Sus efectos son muy importantes en el norte de África, en el Sahel, en el Cuerno de África, en Oriente Próximo, en el sur, sudeste y este de Asia, en el Pacífico, en Centroamérica y en Sudamérica. De hecho, sus afectos son apreciables en todo el planeta, pero en las mencionadas zonas tropicales son más graves, y además ahí se concentra la mayor parte de la población mundial. En dichas zonas, las sequías son cada vez más prolongadas e intensas, los desiertos están expandiéndose, las lluvias son cada vez más torrenciales, intempestivas y destructivas, los huracanes son cada vez más devastadores, la subida del nivel del mar está ya destruyendo áreas costeras habitadas y de cultivo. Todo ello implica, para muchas personas, la pérdida de su hábitat, lo que no les deja otra alternativa que la de huir. Los desplazados climáticos son ya una realidad en las regiones señaladas.
Por ahora, la mayor parte de los desplazados climáticos son…
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